miércoles, 25 de junio de 2014

1951: UN MUSICAL EN PARÍS (vol. 1)

UN AMERICANO EN PARÍS

Título original: An american in Paris

Año: 1951
País: EE.UU.
Duración: 148 min.
Director: Vincente Minnelli
Guión: Alan Jay Lerner
Música: Gerge Gershwin
Montaje: Adrienne Fazan
Fotografía: Alfred Gilks
Productor/es: Arthur Freed
Compañía: MGM
Intérpretes: Gene Kelly, Leslie Caron, Oscar Levant, George Guetary, Nina Foch, Ernie Flat, Alex Romero, Dick Humphries et al.

Ganadora de 6 Oscar: película, guion, fotografía en color, banda sonora, vestuario en color, decoración en color

Jerry Mulligan es un excombatiente de la II Guerra Mundial que decide emprender la carrera de pintor. Para ello, viaja a París, a fin de encontrar la inspiración necesaria para sus cuadros. Una noche conoce a Lise Bouvier, una joven francesa de la que se enamorará perdidamente y junto a la que vivirá un apasionado romance. Lo que Jerry ignora es que Lise es en realidad la prometida de Henri Baurel, un famoso cantante de variedades y amigo personal de Adam, el vecino de Jerry.

Es curioso, pero de las todas las películas ganadoras del Óscar que llevamos analizadas hasta ahora, tres de las peores son musicales. Y es triste, porque es uno de los géneros que más me gusta. Sé que hay gente que me llevaría la contraria, pues resulta inverosímil ver a personas hablando y caminando de forma normal para, acto seguido y sin explicación ninguna, ponerse a cantar y a bailar. Sí es cierto que ese hecho puede resultar un inconveniente, pero, a mi juicio, a la hora de analizar un musical no hay que reparar tanto en su plausibilidad narrativa (al fin y al cabo, el cine es ficción) cuanto en la manera en que esté realizado. Ciertamente, hay musicales que están realizados con elegancia y fuerza (como "West Side Story" u "Oliver") pero hay otros que están hechos simplemente para el lucimiento de un determinado actor. Tal es el caso de "Un americano en París", el largometraje que hoy nos ocupa. Un filme rodado a mayor gloria de Gene Kelly -grandísimo artista y portentoso bailarín- que no es otra cosa que la peor patochada que jamás haya sido premiada con el Óscar a la mejor película.

No obstante, su triunfo tiene una explicación clara: la gran favorita de la noche era "Un tranvía llamado deseo", la obra maestra de Elia Kazan protagonizada por Marlon Brando y Vivien Leigh. Sin embargo, el director, comunista reconocido, estaba siendo investigado por el Comité de Actividades Antiamericanas de McCarthy, de manera que los miembros de la Academia -instigados quizás por el gobierno- decidieron, como forma de presión sobre Kazan, olvidarse de su película e hinchar de premios a su principal rival, que no era otra que la obra de Vincente Minnelli.

Dicho esto, no me gustaría continuar con esta reseña sin antes romper una lanza a favor de Kelly: es uno de los mayores y más carismáticos actores de la historia del cine, y no se puede negar que verle bailar es una delicia. Quizás sus coreografías sean bastante ridículas en algunos momentos, pero no hay duda de que Kelly es un atleta: sus movimientos están al alcance de muy pocos (me atrevería a decir que de nadie, salvo él) Definitivamente, lo único salvable de esta demencial película.

Y es que el principal problema de "Un americano en París" es el tono pseudocómico que sus creadores le han querido dar. Se podría afirmar que tal comicidad está justificada al tratarse la cinta de una comedia, pero no es así. Comedias son "Con faldas y a lo loco" o "Los caballeros de la mesa cuadrada", filmes que desarrollan situaciones disparatadas pero con buen gusto, elegancia e inteligencia. La película de Minnelli, en cambio, no es más que una serie de situaciones absurdas engarzadas con más pena que gloria que tienen como denominador común la presencia del bailarín Kelly. Por eso, mientras que en otros musicales los números tienen una cierta coherencia narrativa, en "Un americano en París" no hay por dónde cogerlos. Sí es cierto que algunos son simpáticos, como "I got rythm" (cuyo vídeo podéis ver abajo) o la actuación de Henry, que recuerda vagamente a aquel famoso número de "El gran Ziegfeld". Pero la mayoría de las partes musicales de "Un americano en París" dan sueño, si no vergüenza. Tal es lo que ocurre con la secuencia de Adam tocando el piano o con la danza de 18 minutos ininterrumpidos y gratuitos (¡Sí, amigos! ¡18 minutos seguidos de Gene Kelly bailando PORQUE SÍ!) que cierra la película. Yo, personalmente, os recomiendo que, llegados a este punto, le deis al botón de "avance rápido" de vuestro mando a distancia, porque, francamente, son momentos difícilmente soportables y uno ya sabe cómo va a acabar la historia, así que no se pierde nada. Al final, la duración total del filme sería de una escasa hora y media, afortunadamente.

En definitiva: "Un americano en París" es una película bastante vergonzosa, un insulto a la inteligencia humana que nunca debería haber sido rodado. Aun así, puede que os guste si tenéis un buen día, sobre todo si sois aficionados a este tipo de musicales, estilo "Cantando bajo la lluvia" (a mi juicio, muy superior a esta). Yo no sé si estamos hablando la peor película de la historia de los Oscar, pero sí sé que es la más injusta ganadora en los más de 85 años de vida estos premios. Ya se han explicado las causas de su triunfo sobre "Un tranvía llamado deseo", pero lo que carece de sentido alguno es que se la considerase superior a la maravillosa "La reina de África", la obra por la que Humphrey Bogart obtuvo el único Óscar de su carrera y que, sin embargo, ni siquiera estuvo entre las nominadas. Sinceramente, hay cosas que nunca entenderé.



by Chuparrocas

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