domingo, 18 de mayo de 2014

1944: AL MAL TIEMPO, BUENA CARA

SIGUIENDO MI CAMINO

Títilo original: Going mi way
Año: 1944
País: EE.UU.
Duración: 120 min.
Director: Leo McCarey
Guión: Leo McCarey, Frank Butler y Franc Cavett
Montaje: Leory Stone
Fotografía: Lionel Lindon
Productor/es: Leo McCarey
Compañía. Paramount Pictures
Intérpretes: Bing Crosby, Barry Fitzgerald, Rise Stevens, Gene Lockhart, Frank McHugh, Jean Heather, Stanley Clements et al.


Gandora de 7 Oscar: película, director, guión adaptado, actor, actor secundario, argumento original, canción


El padre Fitzgibbon es el anciano párroco de una iglesia de Nueva York. Su avanzada edad obliga al obispo a enviarle un coadjutor más joven y preparado que pueda, con el tiempo, llegar a sustituirle. El elegido es el padre O'Malley, un joven apuesto y alegre que está dispuesto a sacar adelante la parroquia con su energía. Sin embargo, pronto saltarán chispas entre ambos sacerdotes, pues tanto sus ideas como su forma de ser son radicalmente opuestas.

1944 fue un año crucial para la humanidad, pues suponía la entrada de EE.UU. en la II Guerra Mundial y, con ello, el principio del fin del conflicto. También en 1944 tuvo lugar el estrenó de una película sencilla protagonizada por uno de los mejores cantantes del siglo XX y que fue todo un éxito de taquilla. La gente, harta de tanta masacre y tanto dolor, estaba deseosa de reír, cantar y oír historias alegres. Y la Academia les hizo caso. Después de dramas tan profundos como "Lo que el viento se llevó", "Rebeca", "Qué verde era mi valle", "La señora Miniver" o "Casablanca", era conveniente llenar de premios a una película de carácter optimista, y el público la había elegido: "Siguiendo mi camino". Posiblemente, una de las películas más insulsas de toda la historia de los Oscar.

Pero esto no es nuevo: el premiar a películas "positivas" en plena época de crisis ha sido una práctica muy habitual por parte de la Academia a lo largo de sus más de 80 años de vida. No hay que remontarse tan lejos para encontrar un ejemplo: en 2001, año del 11-S, un musical muy divertido le arrebató el Oscar a cintas de tono más amargo como "El pianista" o "Gangs of New York". Y lo mismo pasó en 2007, con la guerra de Irak en pleno apogeo: el Oscar a la mejor película fue para la edulcorada historia de un niño indio que gana un concurso de televisión.

Sin embargo, tanto "Chicago" como "Slumdog Millionaire" (sí, eran esas, habéis acertado) tienen aspectos cinematográficamente interesantes que justifican de algún modo su premio e, igualmente, contaban con unos rivales de candidatura bastante débiles ("El curioso caso de Benjamin Button" se parece demasiado a "Forrest Gump", así como "El pianista" es muy similar a "La lista de Schindler", y eso les restó enteros para hacerse con el premio) Pero el caso de "Siguiendo mi camino" es especialmente sangrante, pues no tiene NINGÚN TIPO DE SENTIDO que obtuviese 7 estatuillas estando como estaba nominada esa OBRA MAESTRA DEL CINE NEGRO (así, con mayúsculas, en negrita y subrayado) dirigida por Billy Wilder (¿o debo decir Dios?) y titulada en España "Perdición". Así pues, aviso que me va a costar sacarle cosas positivas a esta película.

Para empezar (y curiosamente), el argumento es bastante original: la pugna tácita de dos actitudes ante la vida radicalmente opuestas: juventud frente a senectud, alegría frente a tristeza, cambio frente a estancamiento. El problema radica en que todo el filme está hecho única y exclusivamente para que Bing Crosby luzca su bronce vocal, por lo que tan solo se limita a ser él mismo. Por fortuna, Crosby era un tipo bastante carismático, con buena presencia y una voz espectacular, de manera que sus apariciones en escena no son en modo alguno tediosas. Aun así, todo habría ido mucho mejor si el señor Crosby hubiese cantado menos y actuado más.

El que sí que actúa es Barry Fitzgerald en la piel del entrañable padre Fitzgibbon, el personaje más carismático y adorable de toda la película. Pese a no ser una interpretación antológica, sí que tiene una ternura a la que no podemos resistirnos. Si no fuese por él, "Siguiendo mi camino" sería una mierda como un piano no sería una peli tan entrañable.

El otro aspecto positivo en "Siguiendo mi camino" -dejando de lado montaje, fotografía y demás aspectos técnicos, los cuales calificaría de meramente correctos- es la música: como he dicho más arriba, siempre es un placer escuchar cantar al señor Crosby, y más cuando se trata de canciones como la del vídeo que acompaña la entrada.

Y poco más que comentar. En resumen: "Siguiendo mi camino" es un largometraje simpático, con bonitas canciones muy bien cantadas, al que Bing Crosby le otorga un glamour especial. Todo esto, junto con el edulcorado final -hecho con el fin de que los vendedores de pañuelos de papel se forren- hacen que "Siguiendo mi camino" te haga sentir algo mucho más agradable que mero aburrimiento. Sin embargo, ninguno de estos rasgos son motivo suficiente como para considerarla la mejor película de 1943, toda vez que -como se ha dicho antes- compartía candidatura con la inconmensurable "Perdición". Afortunadamente, la Academia de Hollywood siempre paga sus deudas (al igual que los Lannister) y al año siguiente supieron premiar a Dios Padre Todopoderoso Billy Wilder por una de las películas más desgarradoras de su filmografía. Pero eso lo veremos en la próxima entrega de "Un año de Oscars"


by Chuparrocas

QUIZÁS TAMBIÉN TE INTERESE: 1943: PARÍS, JE T'AIME

No hay comentarios: