jueves, 23 de abril de 2015

2000: EL REGRESO DEL CINE DE ROMANOS

GLADIATOR (EL GLADIADOR)

Título original: Gladiator
Año: 2000
País: EE.UU.
Duración: 148 min.
Fecha de estreno en España: 17 de mayo del 2000
Director: Ridley Scott
Guión: David Franzoni, John Logan y William Nicholson
Música: Hans Zimmer y Lisa Gerrard
Montaje: Pietro Scalia
Fotografía: John Mathieson
Productores: Douglas Wick, David Franzoni y Branco Lustig
Compañía: Universal Pictures/Dreamworks
Intérpretes: Russell Crowe, Joaquin Phoenix, Connie Nielsen, Oliver Reed, Derek Jacobi, Djimon Hounsou, Richard Harris et al.

Ganadora de 5 Oscar: película, actor, vestuario, efectos visuales, sonido 


Máximo es un general del ejército romano durante el reinado del emperador Marco Aurelio. Este, ya un anciamo, considera a Máximo el hijo que nunca tuvo y decide nombrarle su heredero, con el propósito de que Roma vuelva a ser una república. Este hecho no le agrada demasiado a Cómodo, el hijo del emperador, que ve como se esfuman sus probabilidades de gobernar. Por ello, tras asesinar a su padre, ordena la muerte de Máximo y también la de su mujer y su hijo. Afortunadamente, Máximo se salva de la ejecución, pero no llega a tiempo para salvar a su familia. Malherido tras huir de los que iban a ser sus ejecutores, es recogido por un traficante de esclavos y vendido a Proteo, un viejo entrenador de gladiadores. Aprovechando que Cómodo ha decretado unas jornadas de juegos en Roma en memoria del difunto emperador, Proteo lleva a sus gladiadores a combatir en el Coliseo, con lo que Máximo tiene una oportunidad para vengarse del hombre que lo degradó.

Llegamos a los primeros años del siglo XXI, una etapa bastante decadente en el panorama del cine mundial: las salas se llenaron de remakes, secuelas, precuelas, reinicios, adaptaciones de cómics y demás memeces con las que las productoras pretendían sacar el máximo beneficio económico a costa del menor esfuerzo creativo. Afortunadamente, los Oscar no reflejaron este hecho con las películas premiadas, habiendo tan sólo un remake entre las ganadoras. Otra de las características del cine de estos últimos años es la proliferación de películas épicas, a raíz, sobre todo, del estreno de las trilogía de "El Señor de los Anillos". Sin embargo, este gusto por el género épico ya se inició en el año 2000 con "Gladiator", una cinta que resultó ser un auténtico fenómeno al volver a poner de moda un género olvidado como es el péplum.

Normalmente, se piensa que lo lógico es que el Oscar a la mejor película y al mejor director coincidan. Sin embargo, en la ceremonia de 2001 no ocurrió así, pues el mejor director del año para la Academia no fue Ridley Scott (realizador de la película que nos ocupa) sino Steven Soderbergh, por "Traffic". Y lo fue justamente, pues, aunque "Gladiator" en su conjunto es una excelente película, sí es cierto que su realización chirría en algunas fases del metraje. El primer fallo que comete Scott es iniciar la película con una batalla. Puede que la historia lo requiera, pero al comenzar de este modo el resto de la cinta se ve afectada por una caída de intensidad clamorosa. Así, después de una espectacular escena de lucha entre germanos y romanos (bastante caótica, por cierto) toda la parte inmediatamente posterior, relativa a la presentación de los personajes, se vuelve bastante lenta.

Afortunadamente, el filme vuelve a salir a flote cuando Máximo es comprado como esclavo, momento en que regresa la acción y con ella el verdadero Ridley Scott: a partir de aquí "Gladiator" mete la quinta marcha y va aumentando su intensidad hasta el glorioso final. Pero antes de todo esto, el largometraje atraviesa un momento de crisis. En toda la parte que va desde la batalla en Germania hasta la venta de Máximo a Proteo, a Scott se le cruzan los cables y nos brinda su peor cara: encuadres surrealistas, iluminaciones absurdas, colores psicodélicos (la secuencia construida a partir de planos a cámara rápida y contraplanos a cámara lenta es demencial)... Todo en esta parte parece más un anuncio de colonia que una narración cinematográfica seria. Quizá Ridley Scott se creía el mejor director de cine del mundo y quería hacer una película ultramoderna, o quizá no pudo apartarse de sus orígenes en la publicidad. Sea como fuere, metió la pata estrepitosamente.

Pero como he dicho, "Gladiator" es una grandísima película, y a ello contribuyen factores como los efectos visuales o la banda sonora (para quien esto escribe, el mejor trabajo de Hans Zimmer hasta la fecha). Pero si hay algo por lo que el largometraje merece la pena es por su protagonista, un Russell Crowe en estado de gracia que da buena cuenta del caramelo que tiene ante él: el papel de Máximo está hecho a su medida y, lógicamente, el actor neozelandés se luce en todos y cada uno de los planos en los que aparece, logrando de esta manera sacar a flote una película que, sin su presencia, habría sido muy distinta. Merecido, por lo tanto, su Óscar a mejor actor principal y su repentino estrellato. Lo curioso es que el de "Gladiator" no es, ni de lejos, el mejor papel de su carrera: tanto en su anterior película -la estupenda "L.A. Confidential"- como en la siguiente -la insulsa "Una mente maravillosa"- resuelve con solvencia dos interpretaciones mucho más complicadas que la del general hispano. El resto del reparto raya a un nivel aceptable, en especial Connie Nielsen en el papel de Lucilla -personaje que sirve para darle el necesario toque de ternura a esta brutal historia de violencia y degradación- y Joaquín Phoenix en el rol del césar Cómodo, antagonista perfecto para Máximo.

En resumen: "Gladiator" es un filme antológico. Pese a que su realización es bastante deficiente durante su primera media hora, pasado este tiempo su director se resarce y nos brinda un espectáculo de un ritmo que va in crescendo, hasta terminar por detonar en un desenlace impresionante, digno de las grandes superproducciones clásicas. Pese a su bochornosa ambientación (¿papel y tinta durante el Imperio Romano?), sus insuperables efectos especiales (la recreación del Coliseo pone los pelos de punta), la actuación de su protagonista y su formidable banda sonora hacen de "Gladiator" una cinta que recupera toda la magnificencia de los péplums clásicos de Hollywood. No en vano, tuvieron que pasar 41 años -desde el estreno de "Ben Hur" en 1959- para que otro filme de romanos ganara el Oscar a la mejor película. Eso sí, donde esté la cinta de Wyler que se quiten las demás.

by Chuparrocas

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