lunes, 30 de marzo de 2015

1993: UN ÁNGEL EN EL INFIERNO

LA LISTA DE SCHINDLER

Título original: Schindler's list
Año: 1993
País: EE.UU.
Duración: 187 min.
Fecha de estreno en España: 4 de marzo de 1994
Director: Steven Spielberg
Guión: Steven Zaillian, según la novela "El arca de Schindler", de Thomas Keneally
Música: John Williams
Montaje: Michael Kahn
Fotografía: Janusz Kaminski
Productores: Steven Spielberg, Branko Lustig y Gerald R. Molen
Compañía: Universal Pictures/Amblin Entertainment
Intérpretes: Liam Neeson, Ben Kingsley, Ralph Fiennes, Caroline Goodall, Jonathan Sagalle, Embeth Davidtz et al.

Ganadora de 7 Oscar: película, director, guión adaptado, montaje, fotografía, música, dirección artística

La película narra la historia de Oskar Schindler, empresario alemán perteneciente al partido nazi que fue capaz de salvar la vida de 1100 judíos durante la II Guerra Mundial.

No cabe duda de que Steven Spielberg es el director más famoso de la historia. Sus películas -que podría pasarme un día entero enumerando- han alcanzado tal éxito que en ocasiones han condicionado la vida profesional de mucha gente, como ocurrió con todos aquellos que decidieron dedicarse a la paleontología tras el visionado de "Parque Jurásico". Sin embargo, a pesar de haber dirigido filmes míticos como "E.T.", "Encuentros en la tercera fase" o la trilogía de Indiana Jones, a Spielberg le faltaba una película superior, un filme que callara muchas bocas: las de los que decían que era un director demasiado "ligero", incapaz dirigir una película profundamente dramática. Entonces llegó 1993 y con él "La lista de Schindler". Y los que tanto hablaban se quedaron sin palabras.

Y es que "La lista de Schindler" quizás sea la película más arriesgada del cineasta de Cincinnatti. Se nota que el filme trata un tema que le llega al corazón, y por eso sacó todo lo que tenía dentro la hora de realizarlo. Como si de una especie de demonio interior se tratase, Spielberg se aleja del tono familiar de sus anteriores trabajos para crear un drama netamente adulto, lleno de secuencias violentas, sexo y desnudos explícitos, sin que le tiemble el pulso. Son escenas desgarradoras por su dureza, de las que uno no se podrá quedar con una en particular (yo quizá me quede con la de los niños en los camiones).

A pesar de su crudeza, la cinta atesora una gran belleza estética, fundamentada sobre todo en una excelente fotografía en blanco y negro, obra del operador de cámara polaco Janusz Kaminski, en la que fue la primera de una larga lista de colaboraciones con Spielberg. A mi juicio, este es uno de los mayores aciertos del filme, pues no sólo casa perfectamente con la frialdad de las imágenes que nos son narradas, sino que acerca la película (de forma muy realista) a los documentales sobre el holocausto de la época.

En el terreno interpretativo destaca un Liam Neeson en estado de gracia. A pesar de que Ben Kingsley y Ralph Fiennes bordan sus papeles, es el actor norirlandés el que se lleva el gato al agua con la que sin duda es la mejor interpretación de toda su carrera. El papel de Oskar Schindler es extremadamente complicado, pues se trata de un personaje que debe caerle bien a todo el mundo -tanto a los judíos como a los nazis- con lo que no solo debe estar cambiando de opinión y actitud constantemente sino también hacer que parezca creíble. Su evolución desde un chulopiscinas gentleman que se lleva a todos -y a todas- de calle (la secuencia inicial de la fiesta es simplemente magistral) hasta un hombre vulnerable que se desprende de todo lo que tiene para que los demás puedan vivir es absolutamente brutal. De hecho, la escena que cierra la película, en la que Schindler se lamenta por no haber podido salvar siquiera a una persona más, me ha parecido la mejor de todo el filme, pues mientras que a lo largo de la película se nos dibujaba a Schindler como una especie de semidiós por encima del bien y del mal, en ese momento se nos demuestra que, al menos en el último minuto, se trata de un ser humano con sentimientos. Desgraciadamente, ese año el Oscar al mejor actor fue a parar (a mi juicio, injustamente) a manos de un jovencísimo Tom Hanks, actor de comedietas que hizo de homosexual enfermo de sida en la correcta "Philadelphia"

Y la película sería perfecta si hubiera terminado aquí. Pero claro, Spielberg siempre será Spielberg, y tras tres horas de madurez cinematográfica, la cursilería tenía que salir a relucir. En un alarde de autocomplaciencia, Spielberg muestra, en una especie de apéndice final, imágenes en color de todos los judíos salvados por Schindler y sus descencientes en la actualidad dejando piedras en la lápida de su salvador. Esta parte contrasta completamente con el resto del filme, tanto en el tono como en estética, y su único propósito no es otro que la búsqueda de la lágrima gratuita y el moco tendido. No obstante, se trata de un lunar minúsculo en relación con los miles de aciertos del filme.

En suma: "La lista de Schindler" es el mejor trabajo de toda la filmografía de Steven Spielberg. No en vano, gracias a él logro el primer Óscar al mejor director de los dos que tiene en su haber. Asimismo, sirvió para sacar a la luz sin tapujos y poner el foco de atención del público en un tema tabú para la sociedad occidental contemporánea, como es el genocidio judío en Europa durante los años 40. No sé si será una obra maestra, o una de las mejores películas jamás rodadas, o una de las más desgarradoras, pero ver un largometraje con la sensación de estar a punto de llorar durante casi tres horas no es algo al alcance de muchos.

by Chuparrocas

QUIZÁS TAMBIÉN TE INTERESE: 1992: EL WESTERN QUE NO ES UN WESTERN

No hay comentarios: