sábado, 28 de febrero de 2015

1985: LO QUE EL VIENTO NOS DEJÓ

MEMORIAS DE ÁFRICA

Título original: Out of Africa

Año: 1985
País: EE.UU.
Duración: 154 min.
Fecha de estreno en España: 21 de febrero de 1986
Director: Sydney Pollack
Guión: Kurt Luedtke, según los libros de Isak Dinesen
Música: John Barry
Montaje: Pembroke Herring, Sheldon Kahn y Fredrick y William Steinkamp
Fotografía: David Watkin
Productor: Sydney Pollack
Compañía: Universal Pictures/Mirage Ent.
Intérpretes: Robert Redford, Meryl Streep, Klaus Maria Brandauer, Michael Kitchen, Michael Gough et al.

Ganadora de 7 Oscar: película, director, guión adaptado, música, fotografía, dirección artística, sonido

Karen es una joven aristócrata danesa que, por asuntos económicos, debe casarse con su primo, el barón Bror von Blixen. Tras su matrimonio, se marcha a Kenia, país en el que su marido tiene una granja. Allí, la baronesa deberá adaptarse a la vida salvaje y a la soledad, ya que su esposo pasa largas temporadas de safari. Durante esos días es visitada con frecuencia por dos amigos del barón: Berkeley Cole y Denys Finch Hutton, que le ayudan a entretenerse. Pero es Denys, un apuesto cazador de espíritu libre, el que causa fascinación a Karen, pues le proporciona el cariño y la compañía que no le da su ausente marido.



La sombra de "Lo que el viento se llevó" es alargada. No en vano, se trata de una de las mejores y más importantes películas de la historia, así como una de las más famosas y -teniendo en cuenta la devaluación que ha sufrido el dólar durante los últimos 70 años- la más rentable de todas. Tan es así que, desde su estreno, allá por el año 1939, han sido numerosos los largometrajes románticos que han intentado seguir su estela, aunque, en la mayoría de los casos, con resultados decepcionantes (el ejemplo más reciente lo encontramos en esa preciosa tontería titulada "Australia"). De todos ellos, el que más se le puede asemejar es "Memorias de África", un filme argumental, estética, y estructuralmente idéntico a la cinta dirigida por Fleming. De hecho, a lo largo de esta crítica se van a hacer evidentes los paralelismos existentes entre ambas.

Así, de buenas a primeras, podemos decir que "Memorias de África" se divide en dos partes: una en la que pasan cosas y otra en la que no pasa nada. La primera mitad está llena de intensidad y tiene gran interés, pues en ella se nos presenta a los personajes y se desarrolla la historia, todo ello aderezado con una partitura mítica -de esas que entran en el programa de todos los conciertos de música de cine- y una fotografía impresionante. Es justamente en este apartado en el que más se asemeja a la anteriormente mencionada "Australia", una cinta donde la belleza de las imágenes era debida, en la mayoría de los casos, más a la espectacularidad del paisaje que a la labor del operario de cámara.

El problema llega cuando entramos en la segunda parte de la cinta, donde ocurre precisamente lo contrario a "Lo que el viento se llevó". Si la segunda mitad del largometraje de Fleming tenía la función de desarrollar y concluir la historia -se perdía la fuerza visual de la primera parte, pero el interés no decaía- en el caso de "Memorias de África" sucede justamente lo contrario: la historia ya se ha desarrollado a lo largo de la primera parte. El resto del metraje -salvo los minutos finales, dedicados a la conclusión- no es más que el desarrollo del romance de Karen y Denys. Durante ese tiempo -una hora larga e inútil- el relato se estanca, no avanza, no ocurre absolutamente nada interesante más que una sucesión de escenas en las que se nos repite hasta la saciedad lo mucho que se quieren ambos. La película, pues, pasa de tener momentos muy interesantes y de gran cine (algunos encuadres de Pollack me recordaban al mejor Scorsese) a ser un espectáculo cursi y aburrido que únicamente servirá para hacer las delicias de nuestras madres al ver lo guapo que era Robert Redford de joven. Esta historia de amor alcanza su cúspide en la famosa secuencia del avión, la cual, pese a estar muy bien rodada y presentar imágenes realmente atractivas (casi hipnóticas), ha pasado a ser el máximo exponente del pastelosismo cinematográfico mundial. La tenéis en el vídeo de arriba.

Así que lo que podía haber sido una digna sucesora de "Lo que el viento se llevó" se convierte, con el paso del tiempo, en una ñoñería romanticona que tira por tierra toda la calidad atesorada en los primeros minutos. No es que sea una auténtica tomadura de pelo, pero no dudo en que forma parte de los grandes pufos de las historia de los Óscars.

by Chuparrocas

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