sábado, 20 de diciembre de 2014

1972: LA MEJOR PELÍCULA DE LA HISTORIA

EL PADRINO

Título original: The Godfather

Año: 1972
País: EE.UU.
Duración: 168 min.
Director: Francis Ford Coppola
Guión: Francis Ford Coppola y Mario Puzo, según la novela homónima de este último
Música: Nino Rota
Montaje: William Reynolds y Peter Zinner
Fotografía: Gordon Willis
Productor: Albert S. Ruddy
Compañía: Paramount Pictures
Intérpretes: Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Robert Duvall, Diane Keaton, John Cazale, Talia Shire et al.

Ganadora de 3 Oscar: película, guión adaptado, actor


La cinta narra la vida de los Corleone, la familia mafiosa más poderosa de la Nueva York de los años 40, y la guerra de bandas en la que se ve inmersa cuando el patriarca, Vito, se niega a prestar su apoyo a uno de los capos de la ciudad.

Poco hay que decir de "El padrino" que no se haya dicho ya: la mejor película de cine negro jamás realizada, la mejor película de mafiosos de la historia, la mejor película de todos los tiempos... A pesar de que el mundo del cine es muy aficionado a este tipo de afirmaciones categóricas, he de reconocer que "El padrino" merece todas estas calificaciones, y muchas más: sin duda es la mejor película que jamás se haya realizado, pues, tras una factura visual impecable, esconde una simbología sumamente interesante que hace que el calificativo de "obra maestra" se le quede corto.

Sobre "El padrino" se han escrito infinidad de libros refiriéndose a temas como su fotografía, una hermosa e inteligente mezcla de luz y oscuridad; su sólido montaje, por el que una secuencia de media hora larga -como la inicial de la boda- parece que sólo dura la mitad; sus insuperables interpretaciones, tanto de Marlon Brando como del resto del reparto... de manera que no creo que lo que yo diga aquí vaya a aportar nada nuevo a lo que ya se ha comentado. 

Sin embargo, tal y como he afirmado más arriba, "El padrino", más allá de lo meramente técnico, encierra múltiples claves narrativas -gestos o frases nimias, imágenes que parecen arbitrarias- sobre las que sí que me gustaría incidir. Y es que la genialidad de Coppola en esta película no está sólo en que fue capaz de liderar y llevar a buen puerto un proyecto mastodóntico, sino que, a través de cosas tan imperceptibles como el uso del color, la transición entre escenas o el empleo de una determinada frase en un determinado momento, logró mostrar perfectamente la psicología, la forma de ser y las relaciones de unos personajes sumamente complejos.

Un ejemplo de esto lo encontramos al inicio de la cinta, cuando Vito, durante el matrimonio de su hija, está hablando con su ahijado Johnny en su despacho, y Santino, su primogénito y uno de sus principales lugartenientes, llega tarde a la reunión porque está realizando actos impuros con su amante. Cuando el joven entra en el despacho, su padre lo mira y, tras esto, le realiza a Johnny la famosa pregunta: "¿Vives con tu familia?". Es decir: Vito sabe perfectamente lo que estaba haciendo su hijo -que no era otra cosa que actuar a espaldas de la familia- y ese gesto del don tan aparentemente anodino -primero, una mirada; y luego, una pregunta que puede parecer que no viene a cuento- es una pista que le muestra al espectador lo que el padrino piensa de su hijo.

Otro ejemplo lo encontramos en la entrada de Michael en escena: aparece en la boda de su hermana vestido de militar. Este gesto, que en un principio nos puede parecer irrelevante, nos dice mucho acerca de cómo es en realidad el personaje interpretado por Al Pacino: va por libre; no se encuentra a gusto en la familia, como si ese no fuese su territorio (cuando todos se reúnen para hacerse la foto, él no está), le gusta ostentar sus galones; es autoritario... Y lo mismo ocurre con la escena de la conversación entre Kay y Tom Haggen, en la que el negro de los trajes de los hombres de Corleone contrasta con el naranja del vestido de ella: Kay es una persona alegre y vivaz, lejos de las tinieblas en las que está inmersa su familia política. Una división que se corrobora en el último plano de la cinta, cuando vemos a Kay mirando a su marido y, acto seguido, una puerta cerrándose bruscamente ante ella.

También el montaje contribuye a perfilar los rasgos de los distintos personajes que pueblan "El padrino": los saltos que se producen en la historia no son algo baladí, sino que están introducidos en el momento exacto. Por ejemplo, inmediatamente después de que a Vito le comuniquen el exilio de Michael a Italia, aparecen en escena los parajes de Corleone, como si fuese un recuerdo de infancia del propio padrino. Y lo mismo ocurre durante su visita al forense Buonasera: tras decir aquello de "Mira lo que han hecho con mi hijo", se pasa a las escenas de Sicilia, como si Vito, tras el destino de uno de sus vástagos, se acordase de su querido Michael. En suma: mientras que otros cineastas, en infinidad de películas, necesitan varias escenas o palabrería interminable para avisar al espectador de lo que va a ocurrir a continuación o para informarle sobre la personalidad de un determinado personaje, Coppola, en "El padrino", hace justo lo contrario: emplea muy poco para contar mucho.

En suma: "El padrino" no es una grandísima película solo por su factura técnica, sino que va más allá: si se observa con atención se descubre que todo en ella (absolutamente todo, desde el detalle más insignificante hasta el más grande) tiene una razón de ser, configurándose así un milagroso puzzle cinematográfico en el que todo encaja. Seguro que me he dejado cosas en el tintero que posiblemente descubra la próxima vez que vuelva a verla. Porque con "El padrino" ocurre lo que con las grandes obras de arte: cada vez que acudes a ellas descubres algo distinto. Por algo es la mejor película de la historia.

by Chuparrocas

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