jueves, 11 de diciembre de 2014

1970: EL HOMBRE DE LA GUERRA


PATTON

Título original: Patton

Año: 1970
País: EE.UU.
Duración: 164 min.
Director: Franklin J. Schaffner
Guión: Francis Ford Coppola y Edmund North, según los libros "Historia de un soldado", de Omar Bradley y "Patton: desafío y triunfo", de Ladislas Farago
Música: Jerry Goldsmith
Montaje: Hugh Fowler
Fotografía: Fred Koenekamp
Productor/es: Frank McCarthy
Compañía: 20th Century Fox
Intérpretes: George C. Scott, Karl Malden, Stephen Young, Michael Bates, Michael Strong, James Edwards, Frank Latimore et al.

Ganadora de 7 Oscar: película, director, guión adaptado, actor, montaje, dirección artística, sonido

La película narra la vida del general estadounidense George S. Patton (concretamente sus hazañas en África durante la II Guerra Mundial), centrándose en su peculiar personalidad: por un lado, su gran sentido estratégico lo convirtió en uno de los militares más condecorados del ejército estadounidense; por otro, su carácter políticamente incorrecto y sus peculiares creencias (entre ellas, la reencarnación) pusieron en peligro seriamente su carrera militar.



En 1970 la sociedad estadounidense estaba demasiado agitada: la guerra de Vietnam conocía su apogeo y miles de personas se lanzaban a las calles todos los días enarbolando consignas pacifistas. No obstante, y pese a que el clima social era el menos indicado, la Fox se lanzó a la piscina y decidió estrenar un filme bélico. Y no uno cualquiera, sino uno con la II Guerra Mundial como trasfondo. Por ello, conscientes de la poca popularidad que dicho conflicto tenía entre la población (los estadounidenses querían documentos sobre la guerra en la que luchaba y moría su generación, no la de sus padres), los productores no tardaron en hacer hincapié en que el plato fuerte de la cinta no sería su argumento sino su protagonista, un hombre tan peculiar que gustaría tanto a los pro-guerra como a los antibelicistas. Y así fue: "Patton", una de las mejores películas bélicas de la historia y uno de los mejores filmes de todos los tiempos, fue un éxito rotundo, tanto de crítica como de público, recaudando 28 millones de dólares durante el año de su estreno.

Como bien dijo la Fox, gran parte de ese éxito se debió al enorme carisma que desprende el protagonista, George S. Patton, un tipo cuya doble personalidad lo convirtió en un auténtico ídolo de masas: violento, seco e irrespetuoso por un lado; pero educado, comprensivo y leal por otro. Un ejemplo de su peculiar forma de ser lo encontramos en el prólogo de la cinta (el vídeo que abre esta entrada), una de las más famosas e impresionantes secuencias de la historia del cine: frente a una inmensa bandera de los Estados Unidos que ocupa toda la pantalla vemos a un hombre con casco de general; su cantidad ingente de medallas, sus canas y su pistola de marfil nos indican que estamos ante un magnífico militar, posiblemente uno de los mejores del ejército americano. Pero comienza a hablar y todo cambia, pues la formalidad y respeto que imponía -y que sigue imponiendo con su mirada y su pose- parecen desvanecerse ante sus mordaces comentarios, sus impactantes sentencias y sus palabras malsonantes. En esa secuencia de la famosa arenga de Patton –hecha con frases sacadas de discursos reales del propio general- se nos describe claramente la peculiar personalidad del soldado: profundamente militar pero, al mismo tiempo, políticamente incorrecta. Entonces es cuando quedamos fascinados ante semejante figura, intentando comprender cómo es posible que un friki como ese lograra ser la peor pesadilla de uno de los mayores estrategas de la historia: Erwin Rommel, el Zorro del Desierto.

Tras esta secuencia empieza la película y, por si no teníamos suficiente, llegan los títulos de crédito y, con ellos, su espectacular banda sonora, metiéndonos de lleno en lo que puede ser una experiencia antológica. Y vaya si lo es, pues, dejando de lado el descomunal trabajo de interpretación de George C. Scott, -posiblemente una de las mejores interpretaciones de la historia del cine- "Patton" es un filme muy cuidado en todos los aspectos. El guion, fruto del gran trabajo de Edmund North y un jovencísimo Francis Ford Coppola, es una mezcla de documento histórico y desarrollo de personajes. Por un lado se narran los acontecimientos que sucedieron desde la derrota aliada en Kasserine hasta la llegada de Patton a Bastogne, pasando por la particular guerra de egos que el general americano mantuvo contra Montgomery, su homólogo británico, durante su paso por Sicilia. Estos episodios están llenos de secuencias de acción, que supusieron un espectacular despliegue de medios en el que colaboró el ejército español, pues la mayor parte del filme se rodó en Sevilla y Madrid, y las estepas nevadas de Segovia se convirtieron en una improvisada Bélgica para recrear el avance de Patton hacia las Ardenas.


Pero por otro lado, el relato se centra en la personalidad del propio general, siendo este -como he dicho en párrafos anteriores- el mayor atractivo de la cinta. En estas partes, absolutamente todo recae sobre Scott, en un trabajo de interpretación de quitarse el sombrero. Así, la película está plagada de escenas memorables, como aquella en la que Patton recita un poema sobre la reencarnación escrito por él mismo, la visita que realiza al hospital de campaña, el discurso de disculpa, la charla que da a las mujeres de Inglaterra, la cena donde asegura haber sido coetáneo de Napoleón o las continuas alusiones a acontecimientos de la historia antigua en los que se basa para realizar sus operaciones (de hecho, decide tomar Sicilia porque Alcibíades, en la guerra del Peloponeso, dijo que era fundamental para conquistar Italia). Esta complicada interpretación, en la que Scott tenía que lograr que un hombre bastante excéntrico pareciera a su vez temido, noble y respetable, le valió un merecidísimo Oscar, (el cual, por cierto, rechazó por considerar estos premios una burda competición entre compañeros).

A parte del gran guion, la estupenda banda sonora y las interpretaciones -tanto de Scott como del resto de actores-, en “Patton” encontramos también una espectacular fotografía, unas batallas muy intensas y un gran montaje, que hacen que las las dos horas y tres cuartos de metraje pasen en un suspiro. En suma: una de las mejores películas de todos los tiempos y el retrato de un peculiar personaje ante el cual no podrás evitar sentir fascinación. Obra maestra de obligada visión.

by Chuparrocas

QUIZÁS TAMBIÉN TE INTERESE: 1969: EL CINE ERÓTICO TAMBIÉN VALE

No hay comentarios: