jueves, 4 de diciembre de 2014

1968: LA APOTEOSIS DEL CINE MUSICAL

OLIVER!

Título original: Oliver!

Año: 1968
País: EE.UU.
Duración: 145 min.
Fecha de estreno en España: 19 de diciembre de 1969
Director: Carol Reed
Guión: Vernon Harris, según la novela "Oliver Twist" de Charles Dickens
Música: Lionel Bart
Montaje: Ralph Kemplen
Fotografía: Oswald Morris
Productor/es: John Woolf
Compañía: Columbia Pictures
Intérpretes: Ron Moody, Shani Wallis, Mark Lester, Oliver Reed, Harry Secombe, Hugh Griffith, Jack Wild, Clive Moss et al.


Ganadora de 5 Oscar: película, director, dirección artísica, música, sonido

Oliver Twist es un niño que malvive en un orfanato de Londres. Debido a su mal comportamiento, es expulsado de allí y vendido a un sepulturero, quien le someterá a malos tratos constantes. Por ello, el pequeño Oliver decide huir hacia la gran ciudad con la intención de hacer fortuna y vivir una vida mejor. Allí conocerá a Dodger, un pequeño ratero, y a Fagin, un vulgar ladrón que utiliza a niños para cometer pequeños robos. Fascinado por la vida bohemia que llevan, Oliver decide quedarse con ellos pues, pese a ser una banda de pícaros, son las personas que mejor le han tratado.



Supongo que ya sabréis que soy un enamorado de los musicales. Sin embargo, esta pasión no es algo que naciese conmigo, sino que, al igual que me ocurrió con el amor por el cine, fue una película en concreto la que provocó que dicho sentimiento floreciese en mi interior. Tal cinta fue "Oliver!", un musical que debería estar en el podio de los grandes filmes del género pero que, sin embargo, y pese a su impresionante calidad, no goza de demasiada fama. Y es que, mientras que "West Side Story" es el musical más original jamás rodado, y "Sonrisas y lágrimas" el más conocido, "Oliver!" es, sin ninguna duda, el más espectacular y divertido.

No os tiréis de los pelos todavía. Puedo admitir que "Cantando bajo la lluvia" sea el musical más divertido de todos los tiempos. Pero es que "Oliver!", además de divertido, es espectacular. Y esa espectacularidad se debe en gran medida a la puesta en escena. "Oliver!" goza de unos decorados hiperrealistas, muy alejados del cartón-piedra de "My Fair Lady" o "Mary Poppins". Gran parte de ese realismo se debe a la descomunal fotografía de Oswald Morris, quien, iluminando u oscureciendo ciertas partes del decorado, otorga a las imágenes una sensación de profundidad muy lograda. No puedo quitarme de la cabeza la hermosura del plano final en el que los dos mejores personajes de la película, de los cuales hablaré luego, se van alejando hacia el amanecer.

El otro factor que influye en la grandiosidad de este largometraje son los números musicales, que no tienen nada que ver ni con los de "My Fair Lady" ni con los de "West Side Story". Si hay un adjetivo que defina las canciones de esta película, ese es "apoteósicas". Y es que en "Oliver!" no tenemos a seis o siete personas bailando a la vez, ni siquiera a veinte o a treinta. En "Oliver!" tenemos a CENTENARES DE PERSONAS (de hecho, todo un escenario) moviéndose al compás: desde el personaje que aparece en primer plano hasta el figurante más insignificante que se ve allí a lo lejos, todo en las canciones de "Oliver! funciona como una gigantesca maquinaria perfectamente engrasada. A lo largo de la película encontramos abundantes ejemplos de esto, como la primera canción tras el entreacto, o el baile que provoca Nancy en el bar. Pero si hay un número musical que define perfectamente el espíritu alegre y enérgico de la película ese es "Consider yourself", el cual podéis ver en el vídeo que abre esta entrada. Si ya de por sí resulta espectacular verlo en la ventana del reproductor, en una pantalla más grande y con una visión más nítida la experiencia es realmente impagable.

Otro plato fuerte de esta versión que hizo Carol Reed del clásico de Charles Dickens son los personajes, en especial dos. Uno de ellos ya lo habéis descubierto al ver el vídeo (suponiendo que lo hayáis visto, claro): el sinvergüenza pero al mismo tiempo carismático Dodger. Este chaval -no sé si por su cara de pillo, su simpatía o su chistera- conquista el corazón del espectador de una forma increíble desde que aparece en escena. No en vano, Jack Wild (el actor que lo encarna) estuvo nominado como mejor intérprete secundario.

El otro personaje que se gana el afecto del espectador desde el segundo uno es el de Fagin, un rufián y egoísta ladrón que, sin embargo, trata a Oliver mejor que nadie en el mundo. El actor Ron Moody -nominado muy merecidamente al Oscar al mejor actor principal- te roba el alma con sólo verle bailar unas danzas eléctricas y cantar unas canciones imposibles. Estos dos seres (Fagin y Dodger) protagonizan, además, el que sin duda es uno de los más bellos colofones de la historia del cine: la anteriormente mencionada escena de los dos alejándose al amanecer. El resto de personajes (la atractiva y desgraciada Nancy, el terrorífico Bill Sikes, e incluso el odioso señor Bumble), aunque también irradian seducción por los cuatro costados, no les llega a la suela de los zapatos carcomidos a este simpático dúo de pícaros. Quizás el menos atractivo de todos sea el del propio protagonista, Oliver, que desprende un tufillo a niño repelente bastante desagradable.

En resumen: esta «Oliver!» de Carol Reed es el máximo exponente del musical made in Hollywood. Sin embargo, su cercanía con la década de los 70, época en la que el Séptimo Arte entra en un periodo de reinvención temática, hace que, al mismo tiempo, sea el canto del cisne de un género que está en el mismo ADN del cine americano. De hecho, hubo que esperar la friolera de 34 años para que un musical volviese a alzarse con el premio a la mejor película: "Chicago", en el año 2002. Sin embargo, la película de Rob Marshall, de un tono más sobrio que el de la de Reed, no alcanza ni la espectacularidad ni la grandeza del mejor largometraje de 1968. Y si no... ¿por qué creéis que en el título le han puesto un signo de admiración al nombre de Oliver? Pues porque es un musical admirable.


by Chuparrocas

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