martes, 16 de septiembre de 2014

1956: VUELTAS Y MÁS VUELTAS

LA VUELTA AL MUNDO EN 80 DÍAS

Título original: Around the world in eighty days

Año: 1956
País: Gran Bretaña
Duración: 172 min.
Fecha de estreno en España:
Director: Michael Anderson
Guión: James Pow, John Farrow y S. J. Perelman, según la novela homónima de Julio Verne
Montaje: Gene Ruggiero y Paul Weatherwax
Fotografía: Lionel Lindon
Productor/es: Michael Todd
Compañía: Warner Bros.
Intérpretes: David Niven, Cantinflas, Charles Boyer, Robert Newton, Ronald Colman, Marlene Dietrich, Frank Sinatra, Peter Lorre, Buster Keaton, Shirley MacLaine et al.

Ganadora de 5 Oscar: película, guión adaptado, montaje, fotografía, música


Phileas Fogg, un excéntrico y refinado ciudadano inglés de clase alta, se apuesta con unos amigos del club social al que pertenece que es capaz de dar la vuelta al mundo en 80 días. Sus compañeros aceptan la apuesta, y mientras Fogg va solventando los problemas que le supone el viaje, el reto va cobrando más y más fuerza, hasta convertirse en un suceso a escala nacional.

Los de mi generación recordarán con nostalgia aquella serie de dibujos animados titulada "La vuelta al mundo de Willy Fogg". Para los que no habéis oído hablar de ella, diré era una divertida versión del clásico de Julio Verne con unos personajes entrañables y unas canciones pegadizas que cualquiera podría cantar de memoria. Es duro decirlo, pero posiblemente esta sea la mejor (o, al menos, la más famosa) versión de la novela del visionario escritor francés. 

Por lo que respecta al cine, "La vuelta al mundo en 80 días" ha sido objeto de numerosas adaptaciones (siendo la más reciente la de 2004, con un insólito Phileas Fogg interpretado por Jackie Chan). Pero quizás la más recordada entre el gran público sea la que hoy nos ocupa, que no es otra que la mejor película de 1956. Una cinta que, pese a no ser un prodigio de la narración, posee un encanto y una simpatía que no tienen desperdicio.

La película comienza con un extraño plano: un recuadro mucho más pequeño que la pantalla en el que vemos a un hombre sentado en un despacho que se pone a hablar sobre la vida y los milagros de Julio Verne. Creemos que se trata de una pequeña introducción, pero cuando ante nuestros ojos aparece el fabuloso cortometraje de Méliès "Viaje a la luna" (basado en la obra homónima de Verne) empezamos a sospechar que algo raro esta ocurriendo. Cuando termina la proyección de este curioso documento cinematográfico, nos acomodamos en el sofá, pues pensamos que va a empezar la película. Pero no es así: al hombrecillo trajeado no se le ocurre otra cosa que seguir hablando y mostrarnos la secuencia de un cohete que despega (¿?). En ese momento, uno coge la carátula del DVD para ver si realmente está viendo "La vuelta al mundo en 80 días" o un documental barato. Finalmente, después de 7 minutos infumables en los que el espectador ha perdido todo el interés, comienza la película.

Tras soportar semejante suplicio introducción, uno espera engancharse a la historia de la mejor forma. Lo cierto es que se logra, pese a que en los minutos iniciales, en los que se nos presenta a los personajes y se cuenta el asunto de la apuesta, todo parece más bien una tomadura de pelo: la decoración, las interpretaciones, el vestuario... todo resulta cómico y ridículo, como si se tratase de una parodia de la novela de Verne más que de una adaptación seria. Para desgracia del espectador, estas sospechas se hacen realidad cuando Phileas Fogg y su criado Pasaporte (LAMENTABLE traducción del Passepartout original, que para colmo está encarnado por un Cantinflas que hace lo que mejor sabe: el idiota) llegan a su primer destino: la soleada España. Lógicamente, como no podía ser de otra forma, al sur de los Pirineos a finales del siglo XIX todos iban vestidos de gitanos y bailaban sevillanas. Y, por supuesto, había corridas de toros (la escena de los guardias civiles (¿¿??) abriendo las puertas de la plaza es de antología de lo bizarro). Y como el bueno de Cantinflas es el único que se maneja en la lengua de Cervantes, es quien coge el capote y salta al ruedo. Lo más triste de todo es que esta será la tónica habitual de toda la película: una sucesión de despropósitos más propia de un frenopático a reventar que de una superproducción de Hollywood.

No obstante, como se suele decir, no hay mal que por bien no venga, pues cuando uno ve esto se da cuenta de que lo que está presenciando en realidad es un esperpento (género típicamente español, dicho sea de paso) y que nada de lo que venga a continuación va a ser creíble. Y así es, pues "La vuelta al mundo en 80 días" no es otra cosa que una parodia del libro que le da nombre, basada en una serie de tópicos manidos sobre los países extranjeros a Inglaterra: los indios con sus vacas sagradas; los americanos tan escandalosos as usual; los trenes del oeste, tan lentos y con tantas interrupciones... De modo que, ante este panorama, es difícil que el espectador se crea siquiera la mitad de lo que le están contando, y menos aún cuando no hay nada interesante en la narración. Tan sólo la bellísima fotografía y la genial banda sonora, ambas dignas merecedoras de los Oscar que ganaron, es lo que hace que este cúmulo de tonterías imágenes sin sentido sea un tanto digerible.

Pero hay otro aspecto en esta "La vuelta al mundo en 80 días" que, al mismo tiempo, me preocupa y me sorprende: la forma en que los productores han sido capaces de tirar por la borda tanto (y tan buen) talento interpretativo. Y es que no sólo el dueto protagonista es demencial, con un David Niven totalmente desaprovechado y un Cantinflas que no pinta nada, sino que también la única mujer del reparto está, como se suele decir, "puesta por el ayuntamiento": una irreconocible Shirley MacLaine, cuya belleza nunca pasa inadvertida, pero que, sin embargo, no reparé en que era ella hasta transcurrida hora y pico de metraje. Posiblemente fuera por el ampuloso maquillaje que luce o, posiblemente, porque no quería creer que una actriz de su calibre pudiera haberse rebajado a realizar un papel tan insulso como es el de la Princesa Aouda.

Igual de sorprendentes son los breves cameos de grandes estrellas de Hollywood que salpican la película. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con los tres roles principales, su presencia es bien recibida, no sólo por el carisma de los actores que los efectúan, sino porque aparecen de sopetón, sin avisar, despertando caras de asombro en el espectador. Los dos más señalados son los de Buster Keaton como el revisor del tren americano (¿homenaje a "El maquinista de la General?") y el de Frank Sinatra, que hace de... bueno, no os lo diré, pues quiero que cuando lo descubráis pongáis la misma cara de WTF! que puse yo.

En resumen: si no fuera por la excelente música, la hermosa fotografía, algún que otro cameo sorprendente y la siempre agradable presencia de la señorita McLaine (cuando por fin nos damos cuenta de que es ella), las absolutamente incomprensibles dos horas y tres cuartos de metraje de la cinta serían infumables. Y es que "La vuelta al mundo en 80 días" es un filme decepcionante: una versión un tanto simpática del clásico de Verne, que a ratos te hace reír y a ratos desesperar a causa de tanta escena "de relleno" y tanta cámara subjetiva (al director parece que le encanta ese tipo de encuadres). Retomando el tema de las series de televisión con el que he abierto este post: esta versión de "La vuelta al mundo en 80 días" sería equiparable a aquella divertida serie de Batman que se rodó en los años 60, con el inefable Adam West haciendo de hombre-murciélago. Solo que en este caso, en vez de batusi, tenemos a Cantinflas dando saltos con un capote. Sobrecogedor.



by Chuparrocas

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